Luego de visitar la National Portrait Gallery en Londres, Freud escribe un breve artículo donde intenta establecer algunas relaciones entre el aspecto y la profesión de personajes ilustres de la historia. Esta galería es famosa por mostrar retratos de personas importantes en diversos ámbitos y está ordenada por épocas y profesiones. Probablemente al llegar al hotel donde estaba albergado y movido por el entusiasmo, el creador del psicoanálisis escribió las siguientes líneas:
"Observaciones en torno a rostros y hombres.
National Portrait Gallery.
Shakespeare tiene un aspecto muy peculiar, muy poco inglés.
En general no se deja percibir a la gente que son algo, y menos aun qué es lo que son.
Los que más tienden a parecerse son lo reyes y los nobles, pero puede que la preparación tenga mucha culpa en ello. La parte que les corresponde en los retratos antiguos es algo inferior. Entonces no se sentía vergüenza de la fealdad de carácter. Naturalmente hay que tener en cuenta al pintor. En alguno de los cuadros resulta fácil ver cómo echa a perder un rostro.
Los grandes héroes suelen tener cara de niño, como ocurre con Nelson y Wolfe. Los que de verdad tienen gesto de héroes, que enlazan con el Zeus de Fidias, son aristas; lord Leighton, Tennyson, Bulwer. Los actores tienen algo de dependiente. A quienes menos se les nota en el rostro es a los grandes médicos y naturalistas; únicamente Darwin tiene una magnífica fisionomía propia, pero no precisamente la de un investigador. Los filósofos suelen estar demacrados, se nota en ellos lo abstracto. Locke, incluso Newton.
Únicamente en uno de los rostros, el de Sidney Smith, el humor es el contenido de los rasgos, así como de la vida y de las obras. Fox tiene una fisonomía increíblemente ordinaria. Pitt, verdadero rostro de rey, más bien de un rey como los Jorges, como el emperador José. Castlereagh, gran parecido con el joven Bonaparte. Guillermo III, astuto y perverso como Walter Fürst.
Notable la belleza de algunos estrategas militares: Marlborough. Los mejores rostros los tienen los nobles. Es natural que no se le note a la gente más que la medida de su sublimación ordinaria: filósofos, clérigos; no a los médicos y sabios, que pueden haber conservado en su trabajo la satisfacción ordinaria.
El rostro es raza, familia y constitución, de los que sólo este último interés; es en realidad, la mayoría de las veces, materia prima; de las vivencias hay poco ahí, y menos aun de la elección de profesión.
Da la impresión de que las naturalezas heroico-conquistadoras tienen que conformarse con frecuencia con ser poetas o artistas, porque no hallan el camino expedito. Los poetas natos parecen ser aquellos que han permanecido infantiles: Goldsmith, Shelley. -Mill y Pope, rostros eclesiásticos restaurados -asexuales-.
Las mujeres famosas, nada bellas por principio. Los tipos europeos vuelven a darse naturalmente en todas partes. Lord Leighton = Krafft - Ebing, muy parecido. -Sólo el humor se revela en los rasgos, parece constitucional.
Sabios e investigadores, insignificantes tan a menudo. Shakespeare es una cabeza típica, como Homero - Gompers - Em. Loewy - Hartel - Sócrates. Algunas personas tienen un aspecto totalmente original, tan solo como ellos mismos. Nicholas Bacon es un acromegálico de una jovialidad brutal. Byron, evidentemente, se ha arreglado mucho." (2006, 242-248).
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Escrito sin mayores pretensiones y sólo como pasatiempo, podemos considerarlo inédito en la producción de Freud. Sin la preparación a la cual estamos acostumbrados, el médico vienés sólo garabatea cosas sueltas en el papel y se aventura como un fisiognomista.
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