Lo crudo, lo cocido, lo podrido

Bajo este título de comedia italiana, Marco Antonio de la Parra nos presenta esta obra de un solo acto y que acaba de ser reestrenada en el teatro UC. Se trata de una obra del año 78 que fue censurada por las autoridades de la época. La escena transcurre en un viejo restaurante llamado Los inmortales y los protagonistas son dos garzones. Se trata de un restaurant que podría ser la confitería Torres de Santiago de Chile o el Tortoni de Buenos Aires. 

En ese restaurant no entra nadie porque tiene sus puertas cerradas hace años y los garzones con la cajera ensayan una y otra vez los protocolos de atención a los clientes. Los clientes pertenecen a un Santiago que ya no existe y cada uno está sepultado en su mesa privada. Es un lugar que vive de recuerdos y sus personajes tienen más de cien años de edad. Me acordé de Pedro Páramo, aquella novela corta de Juan Rulfo donde todos los personajes están muertos.

En último término, se trata de una obra con una firme raigambre religiosa. Los mozos o garzones pertenecen a la Orden de la Garzonería Secreta que se rige bajo estrictos mandatos, como por ejemplo, no salir del recinto o mostrarse como bobos ante los clientes. Ritos católicos como la confesión, la extremaunción y el matrimonio forman parte de la historia. Los personajes pasan por momentos de histrionismo y el discurso es netamente de secta por lo paranoide. 

La única mujer es Eliana -la cajera del restaurant- que se dedica todo el tiempo a hacer un inventario de todo lo que existe en el recinto, incluidos los pliegues de las cortinas y las tablas del piso. Es un relato obsesivo por cómo se presenta. En esto se puede apreciar la vocación de psiquiatra del autor. Es una obra actual por los temas que trata y que hace salir algo confuso al espectador. Después de ver esta obra probablemente miraremos con otros ojos a los garzones cuando vayamos a un restaurante.   

PD.: Publico esta entrada porque este jueves se conmemora el Día Nacional del Teatro.-