martes, 19 de noviembre de 2013

Mirin Dajo

 
 
Mirin Dajo y su principal truco; ser atravesado por una espada
 
 
En el libro LA PSICOTERAPIA AL ALCANCE DE TODOS (1980) compuesto por conferencias radiofónicas de Viktor Frankl encontré un interesante análisis de un controvertido personaje. Mirin Dajo (1912-1948) es el seudónimo de un fakir de origen holandés y cuyo verdadero nombre era Arnold Gerrit Henske. Este hombre recorrió parte de Europa brindando un espectáculo de variedades que asombraba al espectador. Se enterraba espadas y cuchillos en el torso desnudo y no tenía sangramiento ni tampoco muestras de dolor. Se presentó en innumerables teatros, filmó cintas de vídeo y aceptó ser estudiado científicamente. Tuvo un final trágico cuando en Suiza traga una guja de acero y como consecuencia perfora la arteria aorta. Pero veamos qué nos dice Frankl en su libro acerca de Mirin Dajo:    

"Mirin Dajo decía ser invulnerable gracias al poder de su espíritu sobre su cuerpo. Para demostrar este poder y su invulnerabilidad todas las noches se introducía un florete (espada) en el pecho en el teatro de variedades suizo y se atravesaba así el corazón, al menos esto es lo que afirmaban los espectadores. Nos encontramos ante un caso de sugestión colectiva, pues si la espada atravesaba realmente el pecho, lo hacía siempre por el lado derecho, tal como se pudo comprobar después. Pero, ¿por qué no sangraba Mirin Dajo nunca? Para explicar esta cuestión no tenemos que recurrir a la sugestión colectiva, sino que se debía a que la espada tenía el filo redondeado y, por tanto, no cortaba. En contraposición a una bala que tiene la punta también redondeada, que provocaría sin duda una herida, la espada se introducía lentamente en el cuerpo de Mirin Dajo y gracias a ello se podían apartar los vasos sanguíneos, por lo que no se cortaban. Tampoco se rompían porque los tejidos son elásticos, y si un vaso fuera roto alguna vez, la elasticidad de los tejidos haría que se volviera a cerrar.                        

Pero en el caso de Mirin Dajo no era importante sólo la sugestión colectiva, sino también la autosugestión. Esto afirmaron al menos los clínicos que examinaron a nuestro personaje. Al fin y al cabo, es imaginable que fuera la autosugestión, esto es, la insensibilidad, la que conseguía que no se viera nada de sangre en el lugar de la punción. Esto me recuerda a una enfermera que durante un curso de hipnosis para médicos se ofreció voluntariamente como modelo para que yo pudiera demostrar con ella todo lo relacionado con el tema de la hipnosis. Mediante la sugestión le dejé insensible un punto determinado del antebrazo. Para mostrar a los participantes en el curso que este punto había quedado insensible, pellizqué su piel y la atravesé con una aguja hipodérmica, sin que el probando hiciera el más mínimo movimiento; ni siquiera sangró cuando retiré la aguja, sino que el lugar de la punción se cubrió de sangre cuando la enfermera despertó de la hipnosis.             

En el caso de Mirin Dajo no se trataba, a mi modo de ver, de autosugestión, pues no es tan sorprendente el hecho de que después de autolesionarse repetidas veces no tuviera fuertes dolores: en primer lugar, los órganos internos que señalaron los que le examinaron, no son, en general, sensibles al dolor. Sólo mencionaré la paradoja de que, por ejemplo, el cerebro, esto es, precisamente el órgano “con cuya ayuda” sentimos el dolor, es insensible al dolor, lo que queda demostrado por el hecho de que una intervención en el cerebro se suele realizar con anestesia local, es decir, estando el paciente totalmente conciente. La punción de la piel duele, y en esto juega un papel importante la autosugestión, pues si no, no sería nada extraordinario. Si tengo que realizar a un paciente miedoso una punción lumbar, es decir, un corte en la espina dorsal, suelo prometerle que con la novocaína le voy a dejar insensible el trozo de piel correspondiente, y mientras él piensa que le estoy inyectando esta sustancia y está convencido de que ya no puede sentir nada, ya he terminado la punción. Se han dado casos en que los pacientes no se lo podían creer, por lo menos antes de que yo les mostrara la probeta con el líquido cefalorraquídeo: no habían sentido nada.     

Normalmente no se necesita la anestesia local, pues por lo general el enfermo soporta también el dolor de un pinchazo dominándose a sí mismo en bien de su salud, de su curación.

Lo que tienen que aguantar sin pestañear miles y miles de pacientes a los que cada día pinchan y puncionan cientos y cientos de médicos, ¿no puede soportarlo también cada noche un artista de variedades para ejecutar su truco sin mover tampoco una pestaña? Cuando está ahí arriba, en el escenario del teatro y, tras realizar todo tipo de misteriosas preparaciones, se pincha con gran aplomo en una mejilla con una aguja lo más larga posible, causa una gran impresión, tiene como efecto una sugestión colectiva, y el espectador olvida que el fakir que está en el escenario no hace otra cosa que lo que puede hacer él mismo en la consulta del médico, si bien no recibe, como el fakir, unos honorarios por ello.

En el caso de Mirin Dajo el motivo no era el sueldo, sino su idealismo, su pacifismo. Con sus experimentos y demostraciones sólo pretendía resaltar estos valores. De mortuis nil nisi bene, de los muertos sólo se recuerda lo bueno. Y Mirin Dajo está muerto; murió después de tragarse un instrumento afilado, del tipo de un puñal, para demostrar que podía “desmaterializarlo”. Los médicos le habían prevenido pero todo fue en vano. Luego le tuvieron que operar, también en vano. Al final le hicieron la autopsia, y consiguieron redactar así un dictamen completo, incluyendo el resultado de dicha autopsia. Es trágico mencionar este caso, y no recomiendo a nadie que lo imite. La Biblia nos dice que algún día las espadas se convertirán en arados, pero no se colabora en nada a la paz mundial, tal como deseaba Mirin Dajo, clavándose una espada en el pecho". (p. 152-154)   
 
 
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2 comentarios:

  1. pues conoci un caso de un chico que le hicieron la circunsicion y primero le punsaron la piel que le ivan a cortar para dormirla lo sientio pero cuando quedo dormido esa parte de piel que sobraba se la estaban cortando y no sentia casi nada.

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