lunes, 2 de septiembre de 2019

Freud sobre el teatro (1904)


¿Quiere flores, señorita,
quiere flores el señor?
Tengo rosas muy bonitas
para cualquier ocasión. 

La pérgola de las flores


Una de las diferencias entre la ciencia y el arte -si no la principal-, es que el arte no da explicaciones de las cosas que hace, en contraposición a la ciencia que debe justificarse permanentemente y estar revisando sus principios y premisas. La ciencia no es otra cosa que el ejercicio de validar hipótesis una y otra vez con la finalidad de establecer leyes universales (método deductivo). Por su parte, la expresión artística consiste en traducir algún aspecto de la realidad (o de lo que llamamos realidad) a un lenguaje o contexto que le imprime un nuevo significado. Freud va un paso más allá al sostener que ese nuevo significado finalmente lo imprime el espectador. 

En un escrito inédito titulado PERSONAJES PSICOPATICOS EN EL TEATRO y dado a conocer por Max Graf -padre del pequeño Hans y amigo personal de Freud-, encontramos un certero análisis acerca de cómo el arte moviliza cosas en el espectador. El goce estético está relacionado con dos mecanismos psicológicos: la identificación y la satisfacción de deseos o fantasías.

La identificación está presente en nuestras primeras relaciones parentales y se relaciona con experimentar un sentimiento idéntico o similar al de otra persona. Por su parte, la satisfacción de deseos tiene que ver con que el espectador sabe desde el primer momento que se trata de una ficción y sin embargo, siente o vive los hechos "como si" fueran ciertos. Se nos eriza la piel, se nos humedecen los ojos, nos angustiamos ante una buena representación escénica. Esto concierne a todo tipo de arte, sea cine, teatro, pintura o poesía. 

Lo psicopático se refiere a que el actor proyecta en el espectador un conflicto psíquico entre mociones pulsionales primigenias: amor/odio, ser/no ser (ser o no ser, he ahí el dilema). Estamos ante aspectos estructurantes de la psique y con los cuales hemos tenido que lidiar, sea en lo consciente o lo inconsciente. Por esto una representación dramática deja huella en el público, al punto de provocar aplausos de pie y vitoreos del respetable. Hace unos años, después de ver una obra en su estreno, el director subió al escenario y dijo que antes del estreno se sentían incompletos porque la obra "se cocina" una vez presentada al público. Esto hace que el espectador sea parte constituyente de una obra a través de sus reacciones y comentarios.   

¿Qué diferencia a un buen actor de un mal actor? Precisamente lo que estamos diciendo, es decir, la capacidad de transmitir emociones. En términos freudianos, la capacidad de realizar las fantasías del espectador, tal como un niño juega a personificar los roles que le están vedados por la cultura: 

"ser espectador participante del juego dramático significa para el adulto lo que el juego para el niño" (Freud, 1908, 277).           

El espectador goza por no ser él el desdichado y se identifica con el héroe que se sobrepone a las adversidades para conquistar a su amada. Esta recreación le proporciona un placer y lo enriquece como persona. Hablaba del goce en la entrada anterior y tomaba como ejemplo a los escritores que juegan y se identifican con los personajes de sus historias. 

Pienso seguir desglosando este escrito de Freud, que aunque breve, tiene mucho para comentar.-   
    

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