Hace un tiempo comentaba el artículo “Amor de transferencia” que aparece en una compilación de escritos titulada: Técnica del Psicoanálisis. Otro de estos manuscritos es el que lleva por título “La dinámica de la transferencia” y que me permito comentar a continuación:
Freud plantea que nuestra vida erótica es el remedo de vivencias de la más temprana infancia. Pues bien, una parte de estas experiencias se desarrolla y es tramitada por la personalidad consciente. El tema es que cierta sección de estas experiencias infantiles no evoluciona y permanece ligada a lo inconsciente. Son patrones de conducta regresivos y desligados de la realidad que cobran presencia por ejemplo, en una persona insatisfecha sexualmente. De esta manera, la transferencia posee estas dos caras, la positiva compuesta por estilos de apego seguros y sentimientos de cariño, en tanto que la negativa se compone de sentimientos hostiles y agresivos hacia el objeto de interés. Bueno, el objeto de interés primario para un bebé será su madre y aquellos adultos importantes, como el padre, los tíos, hermanos, etc. El niño se relaciona transferencialmente con estas personas por medio de sentimientos de amor por un lado y de hostilidad, por otro. Es lo que se denomina -según una feliz acepción de Jung- la ambivalencia de sentimientos. Poco a poco, ese niño va creciendo y sólo una parte de esta transferencia crece con él. La otra (la transferencia negativa) permanece reprimida en lo inconsciente y censurada por la conciencia. La adquisición posterior de una neurosis implica que aquellos contenidos no deseados por la conciencia, emergen en forma de síntomas en la psique del adulto.
La cura psicoanalítica consistirá en revertir aquella líbido reprimida en los confines del inconsciente desde la primera infancia y tramitarla a un nivel consciente. Estamos hablando de actualizar aquellos datos que hacen las veces de restos fósiles en nuestra mente. Esto cuesta trabajo, ya que aquellos contenidos se resistirán a emerger por la fuerza de atracción que ejerce sobre ellos el inconsciente y además porque la consciencia no los quiere aceptar. El analista entonces, se verá enfrentado a una fuerte “resistencia” hacia la cura. Freud dice que se libra una batalla con el fin de vencer a estas fuerzas, en el fondo, es vencer a la represión de contenidos enquistados en el fondo de la psique.
De esta manera, hablar de la cura psicoanalítica implicará hablar de la transferencia y en último término, de la resistencia. La resistencia se manifiesta por ejemplo, en aquellos pacientes que les cuesta hablar ciertos temas o que muestran desinterés por la cura una vez iniciado el tratamiento. Eso no es otra cosa que resistencia.
Otro tema que se trata en el artículo, es acerca de los tratamientos psiquiátricos no psicoanalíticos. ¿Qué ocurre ahí con estos fenómenos de transferencia y de resistencia? ¿Se dan en esos contextos? Claro que sí y probablemente de manera intensa. La diferencia está en que los sanatorios potencian la no cura de sus pacientes. Actúan a favor de la resistencia y de la transferencia negativa. Por estas razones, no es tema en aquellos lugares si un paciente se resiste o no a la cura. Sólo se conforman con sedarlos y mantenerlos estabilizados.
Para descargar el artículo LA DINAMICA DE LA TRANSFERENCIA, click en el título.
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