Cristóbal Haitzmann. Yo prometo por escrito,
a Satanás, ser su servil hijo y pertenecerle
en cuerpo y alma, al noveno año. Copia del pacto escrito con sangre de Cristóbal Haitzmann
Estoy muy conforme con la compra de este libro, ya que le he dedicado varias horas de estudio. El caso es fascinante y tiene muchas aristas. En esta entrada expondré la carta con la cual Haitzmann se presentó por primera vez en Mariazell. Escrita por el padre Braun de Pottenbrunn y dirigida al Superior de Mariazell, esta es la carta:
Al Reverendo, Pío, Noble y Doctísimo Padre Superior:
Honorabilísimo Señor:
Me veo obligado a molestarlo con la presente carta, a causa de los desafortunados hechos que ha sufrido este pobre hombre, de nombre Juan Cristóbal, pintor, quien encontrándose por algunos meses en el castillo de Pottenbrunn dedicado a su arte, el domingo último, es decir el 29 del mes pasado, hallándose en la Iglesia, fue presa de un ataque y agitado por extrañas convulsiones, para horror de todos quienes lo rodeaban. Pasado el acceso, se confesó y tomó la comunión. Poco después, la enfermedad se renovó y se mantuvo hasta el día siguiente de modo muy severo. Ante lo cual, el Prefecto De La Señoría de Pottenbrunn le preguntó, de modo pacífico y con toda calma, cuáles eran los pensamientos que ocupaban su mente y si practicaba artes ilícitas o si estaba vinculado al Demonio por un pacto. Primero, pidió que los otros presentes se retiraran y entonces confesó que, nueve años atrás, habiendo caído en abatimiento y temiendo por el progreso y los beneficios de su arte, se encontró en un bosque con el Demonio, quien bajo el aspecto de un anciano le propuso que se entregara a él. Habiéndose negado nueve veces, por último, el pobre hombre, confiado en la esperanza de ayuda, accedió y entregó un Pacto por nueve años, firmado con sangre de su palma derecha. Al cabo de este período, prometió entregarle en agradecimiento, su cuerpo y su alma. Período cuyo fin se acerca el 24 de este mes próximo.
Este desdichado, con gran dolor en su alma por el acto perpetrado, no busca más que la liberación mediante la recuperación del pacto entregado; y dice que sólo puede obtenerlo en donde se haya la Santísima Virgen de Zell, en Styria. Movida por las profundas súplicas y también por la caridad cristiana, la Ilustrísima Condesa de Pottenbrunn hizo posible que pudiera viajar a ese lugar. Ella se une a mis ruegos para solicitar, a su Reverendísimo Padre y, junto a él, a todo el Venerable Convento, que pongan bajo su amparo a este pobre hombre despojado de todo auxilio y se dignen realizar todos los esfuerzos a fin de obtener su liberación. Y para esta suprema obra de piedad cristiana, tanto este infeliz hombre, como la Ilustrísima Condesa, que con sus ruegos me acompaña, intentaremos mostrar nuestra gratitud, con plegarias y del modo que nos sea posible. Pueda Dios, Dador de todo lo bueno, colmar a sus Padres con su bendición y su Gracia infinita. Encomendándome a vuestras oraciones y favores, quedo en esta fecha, en Pottenbrunn, el 1.° de septiembre de 1677, en manos de su Reverendísimo Padre,
Su más humilde servidor,
Juan Leopoldo Braun
Párroco de Pottenbrunn
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