sábado, 1 de agosto de 2015

#lagradivadejensen

 
 
 
Después de la publicación de El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen en 1907, Freud mantuvo una breve correspondencia con el escritor alemán. Freud se encargó de hacerle llegar una copia del estudio y Jensen respondió con la carta que reproduzco a continuación:
 
“Prien am Chiemsee, 13 de mayo de 1907 Baviera

Muy estimado señor:
 
Su consideración y reconocimiento científicos de mi Gradiva, que acaba de llegarme, a través de Munich, aquí, a mi casa de campo, y que leí de inmediato, me ha interesado y regocijado en extremo, obviamente, de modo que le manifiesto mi más cordial agradecimiento por su envío. De cualquier manera, ese pequeño relato no hubiese podido “soñar” siquiera un juicio y un homenaje desde el punto de vista psiquiátrico, y ocasionalmente supone usted en los hechos algunas cosas que no figuraban en la intenciones del autor, cuando menos en forma consciente.

Pero en general, respecto a todo lo fundamental, puedo afirmar sin reservas que su trabajo apunta certeramente a los propósitos de mi librito, tributándole entera justicia. Probablemente lo más aconsejable sería atribuir la descripción de los sucesos psíquicos y de las acciones que de ellos emanan a la intuición poética, aun cuando es posible que mis primitivos estudios de medicina hayan tenido participación en ella. Sin embargo, si he respondido “inclusive un tanto ásperamente” a una consulta, ese hecho se ha perdido por completo en mi memoria, y si realmente así ha sucedido, lo lamento y ruego al señor en cuestión (se refiere a Jung) que diga, refiriéndose a mí: Peccavi.
He pedido de inmediato a la editorial algunos ejemplares más del primer número de Schriften zur angewandten Seelenkunde, y no dejaré de aprender de los números sucesivos.

Con mis saludos más cordiales, estimadísimo señor, con gratitud y devoción,
Wilhelm Jensen”



Freud responde a esta carta pidiendo más detalles sobre la ejecución de la obra y Jensen le responde con una anécdota personal:
“La idea de mi pequeña “fantasía” se originó en el antiguo altorrelieve, que me produjo una impresión particularmente poética. Poseo varios de ellos en una excelente reproducción de Narny en Munich (de ahí la portada), pero durante años busqué en vano el original en el Museo Nazionale de Nápoles, original que nunca pude encontrar, habiendo averiguado tan sólo que se halla en una colección en Roma. Si usted quiere llamarlo así, acaso haya habido un poco de “idea fija” en mi opinión, infundadamente preconcebida, de que esa escultura debía hallarse en Nápoles, ampliándose hasta decidir que representaba a una pompeyana.

Así la veía caminar, en mi mente, sobre las losas de Pompeya, que conocía exactamente por los muchos días de frecuente permanencia entre sus escombros. Lo que más me gustaba era deambular entre ellos durante la silenciosa hora del mediodía, que alejaba a todos los demás visitantes hacia las mesas de los restaurantes, y en la soledad calcinada por el sol me acercaba cada vez más decididamente al límite que transformaba la visión despierta de mis ojos en visión imaginativa. A partir de ese estado, que imagino posible, cristalizó posteriormente Norberto Hanold. (…)”                           
Al parecer Jensen nunca vio la escultura original y a pesar de haberla buscado bastante, se obstinó en que podía encontrarla en Nápoles. La escultura se encuentra en el Museo del Vaticano.

Freud sí conoció el altorrelieve antes de leer la novela de Jensen y también había visitado las ruinas de Pompeya.-   

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