En la entrada anterior -que se ha hecho bastante popular en el blog-, comentaba principalmente el delirio del cual era presa el protagonista de la historia. Sin embargo, el estudio de Freud se titula “el delirio y los sueños”, por tanto, en esta entrada quiero analizar el tratamiento dado al sueño en la obra de Jensen.
Norberto
Hanold sueña tres veces con Gradiva, siendo el primer sueño el que impulsa el
retorno de lo reprimido y el consecuente delirio. El sueño es vívido, por
cuanto deja en Norberto la certeza de que Gradiva es una mujer que vivió en la
antigua Pompeya y que habría muerto el año 79 con la erupción del volcán
Vesubio. Cobra relevancia acá la concepción actual de Delirio -según la
psiquiatría- como una “creencia errónea”. El sueño incuba en el espíritu del
joven arqueólogo esta creencia errónea acerca de la escultura que tiene en su
despacho. El sueño es el siguiente:
“De
pronto, estando en el borde del Fórum,
junto al templo de Júpiter, vio a Gradiva a corta distancia frente a sí; hasta
ese momento ni se le había ocurrido que ella pudiera estar ahí, pero ahora todo
se le aclaró de golpe y le pareció natural que, siendo nacida en Pompeya,
viviera en la ciudad de sus padres y, sin
que él lo hubiese notado, fuese su contemporánea” (p. 12)
Antes
del sueño Norberto había construido fantasías acerca de la escultura como por
ejemplo el nombre de Gradiva. La escultura no tenía ese nombre que significa
“la que camina”; fue nuestro héroe el que le asigna ese nombre de forma
arbitraria. Luego del sueño, el joven confirma una segunda cosa: Gradiva vivió
en Pompeya y murió sepultada por las cenizas del volcán. Se da una relación de
continuidad entre las ensoñaciones diurnas o fantasías y el sueño que aparece
confirmando sus hipótesis.
Freud
sostiene que la fantasía es la precursora del delirio pero para ser más
exactos, aquí la secuencia es como sigue:
Fantasía -> Sueño -> Delirio
El
sueño y sus efectos desatan la creencia errónea de que Gradiva vivió en la
antigüedad clásica. Posteriormente y ya poseído por el delirio, Norberto
emprende su viaje a Italia. Freud dice que le parecen “raras e impenetrables”
estas operaciones de la fantasía en una persona real pero le otorga el
beneficio de la duda por tratarse de un personaje de ficción.
Freud
se pregunta si es que la fantasía de Norberto pudo estar mediada por poderes
inconscientes. En especial por el poder de la represión. Mociones inconscientes
de un pasado lejano retornan y utilizan a la escultura de una mujer como medio.
Es característico que lo reprimido se
valga precisamente del medio represor para retornar. El medio represor en este
caso es el estudio de la ciencia arqueológica que hizo olvidar por completo a
Norberto el deseo sexual que sintiera por su amiga de la infancia.
En
el escrito no se menciona el concepto de “sublimación” pero creo que es el
adecuado para referirse al papel jugado por el estudio de la ciencia
arqueológica en Norberto. La sublimación es:
“Un proceso que atañe a la líbido de objeto y consiste en que la pulsión se lanza a otra meta, distante de la satisfacción sexual..."
Nuestro
héroe sublima su deseo por Zoé Bertgang en el estudio de una ciencia y aprende
a tener como modelo de mujer sólo a esculturas y creaciones pictóricas:
“Para
sus sentimientos, el mármol y el bronce eran lo único vivo, lo que expresaba el
objeto y el valor de la vida humana” (p. 202)
Freud
dice que el protagonista si bien es extraño, se gana la simpatía del lector.
Norberto es un personaje de ficción que conduce al lector hacia su propio
delirio. Una vez sanado gracias a Zoé Bertgang termina besándola y
transformándose en un enamorado como todos los que antes denostaba.-
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