jueves, 13 de agosto de 2015

Freud en la Acrópolis [1904] 1936

 
 
Alexander, hermano con el cual Freud realizó el viaje a Atenas

 
La tarde de nuestra llegada, estaba yo sobre la Acrópolis y abarcaba con mi vista el paisaje cuando de pronto me acudió este asombroso pensamiento: «¡¿Entonces todo esto existe efectivamente tal como lo aprendimos en la escuela?!». Descrito con mayor exactitud: la persona que formuló la proferencia se separó, de manera más notable y tajante que de ordinario, de otra que percibió esa proferencia, y ambas se asombraron, si bien no de lo mismo.

Freud. Una perturbación del recuerdo en la Acrópolis (1936)


Desde la cuna del pensamiento occidental Freud descree de sus sentidos y se aferra al siguiente pensamiento: “Entonces todo esto existe efectivamente tal como lo aprendimos en la escuela!”. La duda se instala en su espíritu de la misma forma como lo hizo con Rene Descartes promediando el siglo XVII. Es la duda de estar viendo algo de lo cual se ha leído, se ha escuchado hablar, y se han visto imágenes, pero que ahora está ahí delante nuestro. Es la particular sensación de extrañamiento que experimentan las personas al viajar y de la cual yo también he participado. Sin duda que esta pequeña vivencia del autor de la interpretación de los sueños, nos es familiar en varios sentidos.
Cuando estamos en presencia de algo intensamente deseado hay una parte de nuestra personalidad que nos dice too good to be true (demasiado bueno para ser real). Aunque no se menciona en la carta a Romaind Rolland, creo que la primera experiencia sexual es un ejemplo de esto. Se trata de un deseo arraigado en la vida del joven que se materializa y se hace realidad. Desde un punto de vista social, también existen fenómenos de esta naturaleza, por ejemplo, ante un triunfo deportivo o ante el rescate de los 33 mineros. Son acontecimientos que nos llevan a decir: too good to be true ¡!
 


Freud plantea que a ciertas personas el hecho de triunfar en la vida, las conduce a un sentimiento vago de melancolía y de desazón. Es algo que la persona no puede explicar por sí misma y que se relaciona con ver cumplido un deseo poderosísimo. Me ha tocado ver a personas que luego de obtener un reconocimiento o de lograr algo importante en la vida, no se ven felices, sino contrariadas y tristes. Los éxitos y alegrías exteriores remueven cosas en el mundo interno de las personas, y a veces, emergen cuestiones de las cuales la conciencia no quiere tener noticia. Es la culpa inherente a traspasar el umbral de algo que nos había estado vedado y que se hace realidad.  
La experiencia de Freud en la Acrópolis comienza en la ciudad italiana de Trieste. Ahí se manifiesta el extrañamiento y la culpa de ver casi satisfecho un deseo profundo, como es visitar uno de los lugares más turísticos del mundo. Es cuando emergen reminiscencias de antaño en la vida de una persona que conoció la pobreza en su niñez y que fantaseó con la idea de conocer un lugar como ese. El pasado primitivo interfiere el disfrute del presente e instala un granito de duda e incertidumbre en lo que se está por lograr. Esta es la explicación de aquella tarde desagradable vivida por Freud y su hermano Alexander en el norte de Italia. 
Posteriormente, en Atenas, el deseo se consuma y surge el pensamiento: “«¡¿Entonces todo esto existe efectivamente tal como lo aprendimos en la escuela?!». Las dudas sobre conocer Atenas persisten incluso estando enfrente de la Acrópolis. Esto corresponde a un fenómeno de “desrrealización” porque se desconoce una parte de la realidad aunque sea evidente a los sentidos (lo veo y no lo creo). Un segundo mecanismo que opera es la "despersonalización", donde se desconoce un aspecto del sí mismo. En este caso, la parte del sí mismo que se desconoce es la que hace el enunciado sobre si todo esto existe tal como lo aprendimos en la escuela. Entonces Freud explica su experiencia como el resultado del trabajo de fuerzas defensivas que operaron a un nivel inconsciente.   
Los fenómenos de desrrealización y de despersonalización son mecanismos de defensa del yo contra contenidos no deseados por la conciencia. El viaje estaba removiendo cosas en el espíritu de Freud y a modo de defensa, la personalidad se escindió. Una de las principales características de estos mecanismos es su dependencia del pasado biográfico de la persona.

La desrrealización experimentada se sustenta en una supuesta duda antigua de Freud acerca de la existencia de la Acrópolis. Sin embargo, Freud asegura no haber puesto jamás en duda la existencia del edificio histórico, al menos desde el punto de vista consciente. En este punto, estamos en condiciones de explicar por qué Freud define su experiencia como una perturbación de la memoria. La desrrealización falsea un recuerdo de la infancia de Freud. El mecanismo se erige en función de una supuesta incredulidad anterior que nunca existió.-            

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