—Espejito, espejito mágico, ¿quién es la más bella de
todas
las mujeres? —preguntó,
inclinándose hacia él.
Blancanieves y el
cazador
A propósito del clásico cuento
publicado en 1812 por los hermanos Grimm, en el cual la Bruja Malvada miraba al
espejo y decía: “espejito espejito ¿quién es la
más bella?”. Esta escena ha sido recreada y llevada al cine en más de
una oportunidad. La Bruja encarna defectos como la codicia y vanidad del ser
humano.
El afán por la belleza es el
sello característico de la sociedad de occidente y las enfermedades mentales no
son ajenas a esto. Jung en su libro La
psicología de la demencia precoz sostiene que los síntomas de la histeria y
de todos los cuadros psiquiátricos siempre tendrían una finalidad estética.
Esto no deja de ser una hipótesis pero a quienes tenemos experiencia clínica,
nos hace mucho sentido. Recuerdo haber conocido hace años a una mujer internada
en el hospital psiquiátrico por frecuentes intentos de suicidio. Una vez me
dijo que siempre planificaba sus intentos para verse bella en el ataúd. Se
maquillaba y dejaba su cabello suelto porque así lucía mejor. Este afán por la
belleza fue pesquisado por Jung quien dice:
“entre los trastornos
caracterológicos de la demencia precoz podríamos mencionar la inclinación al
embellecimiento, es decir, los manierismos, la afectación, la manía de
originalidad, etc.”
Para Jung, los síntomas
psiquiátricos no son bellos desde el punto de vista fenomenológico, son
búsquedas de ideales estéticos que emergen en los sueños, los delirios y el
arte. Se trataría de manifestaciones del
inconsciente colectivo y que se encuentran presentes en todas las personas. Esta
búsqueda de la belleza encuentra las más diversas formas de expresión: modismos
al hablar, ropas fashion o físicos atléticos. Todos participamos en alguna
medida de esta finalidad estética. La sociedad de occidente es histérica por
naturaleza.
El psiquiatra chileno Armando Roa
plantea que el histerismo y el afán estético se dan de preferencia en mujeres
de estratos sociales bajos. El deseo por “ser” su patrona, las lleva a
parecerse y a identificarse con una persona que encarna todos los deseos de su
servidumbre: dinero, pulcritud y belleza.
El afán de belleza también se
puede apreciar en la acogida que llegaron a tener las mujeres de un sanatorio
como La Salpetriére ante el estudio fotográfico de Charcot. Las enfermas no
dejaban circular al médico por los pasillos del hospital rogándole que las
fotografíe. Para ellas era un honor posar ante las cámaras y estaban muy
atentas a cada detalle. Su afán de belleza quedaba inmortalizado en la
fotografía. Luego de ser fotografiadas, las enfermas pasaban a ocupar un
estatus por sobre el resto de la población internada.
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