“No era Charcot un
pensador,
sino una naturaleza de dotes artísticas, o,
como él mismo decía, un
visual.”
Freud, 1893
Las Obras Completas de S. Freud
bajo la traducción del Dr. Luis López Ballesteros comienzan con el breve
escrito que dedicara Freud a su maestro y mentor Jean Martin Charcot. Se trata
de una nota necrológica del creador del psicoanálisis fechada en agosto de
1893. El escrito sólo lleva por título CHARCOT (1893) y es prologado por
Ballesteros como reproduzco a continuación:
“De acuerdo con el sentido histórico que queremos dar a esta edición de
las Obras Completas de Freud, colocamos en cabeza de los trabajos esta nota
sobre Charcot, escrita por Freud el mismo mes del fallecimiento del gran
maestro de la neurología francesa.
A París acudió, en primer lugar, Freud en 1885 para estudiar
Neurología, atraído por la fama de Charcot. Una ocasión se presentó en que pudo
ofrecer sus servicios como traductor al alemán de las lecciones del gran
maestro, y esto le sirvió para penetrar en su intimidad y participar
activamente en los trabajos de la clínica de La Salpetriére. La impresión que
Charcot produjo en Freud queda bien patentizada en estas páginas.”
Es interesante el dato que nos da
Ballesteros cuando dice que Freud tradujo al alemán las lecciones de Charcot. Surge
la duda sobre si se habrá hecho la traducción al español o al inglés de estos
escritos. Hay muy poco material disponible “de primera mano” de Charcot. Freud
en el escrito menciona los nueve tomos de las Obras Completas del médico
francés, sin que al menos yo tenga noticia de ese material.
A lo largo del escrito, se hace
una revisión bastante exhaustiva de la vida de Charcot y de sus merecimientos
como investigador. Charcot se maravillaba ante los fenómenos que observaba en
sus pacientes y se esforzaba por legitimarlos científicamente. No importaba si
iban a la par con los presupuestos teóricos de la medicina. Este método lo
ayudó a esclarecer una enfermedad muy en boga como es la esclerosis múltiple y
a transformarse en un descriptor y ordenador de hechos clínicos que no habían
sido comprendidos hasta ese momento.
Charcot fue autor de su propia
revolución al dar crédito a las mujeres histéricas y descartar como etiología a
la simulación. Por fin la histeria adquiría un estatus médico y salía del oscurantismo que la rodeaba.
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