El antecedente directo de la “rotura de las cadenas” a las enfermas de la Salpêtrière fue la Revolución Francesa. Pues bien, el antecedente directo de la Cátedra de las Enfermedades Nerviosas de Charcot, fue la crisis de la Modernidad. Aquel período de la historia que comenzara en el siglo XVII con la escisión del hombre en dos sustancias vitales para la supervivencia: la res cogitans y la res extensa. Mente y cuerpo como sustratos paralelos y que desde el punto de vista anatómico estarían comunicados solamente por la glándula pineal. Para Descartes, la única fuente de conocimiento confiable es la razón, en desmedro de las otras facetas humanas. El cogito cartesiano consiste en atribuir todas las facultades del espíritu al pensamiento. La única certeza que tenemos de nuestra existencia es el pensamiento de que existimos (pienso, luego existo). Dejemos que el propio Descartes nos lo explique:
“…esta verdad: yo pienso, luego soy era tan firme y
segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces
de conmoverla, juzgué que podría recibirla sin escrúpulo, como el primer
principio de la filosofía que andaba buscando”.
Fíjense cómo las
palabras del filósofo chorrean modernidad a borbotones; él dice “la filosofía que
andaba buscando”, entendiendo a su objeto de estudio como una búsqueda de la
razón firme y segura, que no pudiera ser derribada. Esta es la esencia de la
mentalidad moderna, la búsqueda de verdades absolutas y firmes, ancladas en el
raciocinio.
Estas ideas
marcaron el desarrollo científico durante los siglos XVII, XVIII y XIX. La
Razón era considerada la vía regia para
alcanzar la sabiduría.
El psiquiatra
chileno Armando Roa describe el modernismo de la siguiente manera:
“La creencia absoluta en la exclusividad de la razón para
conocer la verdad, debiéndose sospechar de todo conocimiento venido de la fe,
de la tradición, de la mera intuición no comprobada”.
Éste era el panorama
del mundo científico cuando Charcot ingresa a la Salpêtrière, ya maduro, con 37
años de edad. ¿Qué enfermedad tenían esas mujeres? ¿Tenían un diagnóstico
claro? ¿Qué significaba el epíteto: mujer histérica? ¿La Razón era capaz de
explicar lo que les pasaba a esas pacientes? Para Charcot sí. Hay que recordar que había sido formado bajo el alero de
la modernidad y pertenecía a este mundo. Para él, la histeria no tenía que ver
con sueños o fantasías de deseo incumplidos como sostuviera Freud unos años
después. El mecanismo psíquico de la histeria guardaba similitudes con el mecanismo
psíquico de la hipnosis y todo podía ser explicado por el factor somático.
Charcot fue uno de los principales exponentes de las ideas modernas y sin
saberlo estaba contribuyendo a la caída de este paradigma científico. Al
asignarle un papel importante a la sexualidad en la etiología de la histeria,
dio pie al desarrollo del psicoanálisis como modelo explicativo de la psique y
la historia que sigue ya es conocida.
Referencias:
DESCARTES, R.: Discurso del método; estudio preliminar, traducción y notas de BELLO REGUERA, E.; ed. TECNOS, Madrid, 2003.
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