No sólo sobrevivió a la Primera Guerra Mundial y antes de que estallara la Segunda debió emigrar a Londres. El hombre también sobrevivió a la Gripe Española pero ésta fue la causa de una de sus principales pérdidas. Su hija menor llamada Sophie falleció por la peste. En una carta desgarradora dirigida a Max, su yerno, fechada el 25 de enero de 1920, dice lo siguiente:
Mi apreciado Max,
Esta carta será llevada por una joven dama a Berlín y desde ahí será despachada a Hamburgo. Tengo la sensación de no haber escrito jamás una mas superflua. Sabes cuan grande es nuestro dolor; sabemos el dolor que tú habrás de sentir; no intentaré consolarte, del mismo modo que tú tampoco puedes hacer nada por nosotros. Tal vez creas que no sé qué significa perder a la mujer amada y madre de los hijos porque ese trance me ha sido ahorrado. Tienes razón, pero a su vez la amarga aflicción de sobrevivir a una edad avanzada y tan próxima a la muerte a una hija joven y plena habrá de serte extraña e inimaginable a ti.
Tampoco hace falta que te diga que esta desgracia no cambia en nada mis sentimientos hacia tu persona, que seguirás siendo nuestro hijo mientras quieras seguir siéndolo; es una prolongación natural de la relación que hemos tenido hasta ahora.
¿Para qué te escribo entonces? Creo que porque no estamos juntos y porque tampoco podemos reunirnos en estas épocas de miserable cautiverio, con lo cual no puedo decirte lo que repito delante de mamá y de los hermanos, que es un acto absurdo, sino sólo bajar la cabeza y recibir el golpe como los seres pobres, desamparados que somos, librados a una fuerza mayor [...].
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