En esta edición de Postales les presento una faceta algo desconocida de Freud. Jofi -su perra chau chau- fue su compañía en esas frías tardes de Londres. Un Freud cansado y golpeado por la guerra había logrado el reconocimiento mundial.
Esta es una imagen memorable por varias razones; se observa el despacho, un espejo que refleja la calva del creador del psicoanálisis y una tierna caricia a la mascota. Así Freud se daba un respiro luego de analizar por cincuenta años y de forma ininterrumpida a sus pacientes neuróticos.-
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