miércoles, 11 de diciembre de 2019

Drakulia, 1470 (*)


Había manuscritos y mapas militares de la Orden del Dragón. Se encontraban en la sección de “Libros Raros”. En realidad no eran libros, eran rollos de cuero y papiro en idioma árabe. También había otros manuscritos que intentaban una traducción al latín y que eran muy exactos. Aparecían transcritos algunos párrafos del diario de juventud de Vlad (Drakulia) y se denostaba la novela por la cual Bram Stocker se hizo famoso.

Quiero resaltar la belleza de los dibujos hechos por Dracul en su juventud. El Conde fue un niño común y corriente, sin poderes sobrenaturales como establece el mito. Se crió en la región de Los Cárpatos, en lo que hoy se conoce como Rumanía. Pertenecía a una estirpe noble y hondamente cristiana. Cuando joven defendió con gallardía las ideas del Cristianismo.

En la actualidad, se hacen tesis doctorales sobre el tema. Por supuesto, estamos hablando de la región de la Europa oriental. Proveída de castillos centenarios y altas montañas, la geografía propicia los estudios de esta naturaleza. En Sudamérica una tesis doctoral sobre el Conde Drácula sería motivo de burla por la comunidad científica; pero en los Cárpatos la gente porta una cruz al cuello y un par de ajos en los bolsillos como protección. Asimismo, a sus muertos les introducen cabezas de ajo en la boca. El mito vampírico es una creencia arraigada en la cultura de esos pueblos.
 
Entre grandes acantilados, estructuras rocosas y una mitología que lo precede, creció el Conde Drácula. La cultura vampírica es anterior a Drácula, porque tiene sus orígenes en el antiguo Egipto. Se llamaba “no-muertos” a aquellas personas en que no existía la certeza de que estaban muertas en el momento del entierro. Los entierros prematuros (como diría Poe) eran comunes en aquellos tiempos y en torno a esta práctica macabra, se fueron tejiendo una serie de historias sobre Nosferatus y no muertos.-


* Extraído de mi libro Malezas (2016).

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