martes, 7 de noviembre de 2017

Crimen (y castigo)



Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, 
un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada 
en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, 
se dirigió al puente K...

Dostoievski, F. CRIMEN Y CASTIGO 


El fin de semana pasado tuve la oportunidad de ver la obra CRIMEN en el teatro Finis Terrae. Quiero dedicar esta entrada al autor intelectual: Marco Antonio de la Parra. Llevar a las tablas una novela de seiscientas páginas, con más de veinte personajes y no escrita para ser representada, es una tarea monumental. De la Parra lo hace en una presentación de una hora y valiéndose de los tres personajes centrales en la historia: Raskolnikov, Porfiri y Sonia. 

Consultado por el nombre CRIMEN, sin incluir el Castigo, responde que para él, lo más importante del libro es el Crimen, en desmedro del Castigo. Bueno, no sé, probablemente Dostoievski y Freud, no estarían de acuerdo con él. Crimen y Castigo son dos partes de un todo, de una existencia miserable como la de Raskolnikov y la de todos los hombres. Quizá todos somos Raskolnikov en alguna medida o quizá cada personaje representa un aspecto de la segunda tópica freudiana: Porfiri representando a la ley es el Superyó, Sara es el Ello y el protagonista, el Yo. Pienso que De la Parra por su formación de médico psiquiatra, establece esta diferencia cartesiana entre el Crimen y el Castigo, sin prever que el mismo crimen, es el castigo y la perdición del joven estudiante. 

Al leer el libro, impresiona lo enigmático del personaje de Raskolnikov, sin embargo, al ver la obra, es Porfiri quien se lleva los aplausos. Parafraseando a Sherlock Holmes y a August Dupin, el personaje ruso parece un Sir inglés. Estos giros son, sin lugar a dudas, mérito del dramaturgo y el director. La obra además, destaca por la lectura en escena por parte de Sonia del texto bíblico La resurrección de Lázaro (Juan, 11). Es un texto dentro de otro texto y más allá de la belleza y lucidez de ese escrito, pienso que no se trata de un cruce casual. Mientras Raskolnikov- Lázaro muere cuando mata, a continuación resucita a manos de Porfiri. 

Raskolnikov- Lázaro (así lo llamaré de ahora en adelante), era un hombre inteligente porque estudiaba Derecho y había incluso publicado un artículo sobre la psicología del criminal. Aquí tenemos un tercer relato dentro de la novela  y del cual sabemos no por su autor, sino por Porfiri. El policía lo cita a cada momento durante su particular interrogatorio, como por ejemplo, cuando refiere la división entre los hombres ordinarios y los hombres extraordinarios. Aquí se aprecia el germen de aquella ideología que promueve la emergencia del Hombre Nuevo y de la cual su gestor oficial es Nietzsche. Con posterioridad, el Partido Nacional Socialista alemán tomaría este concepto de forma antojadiza para dar lugar a la peor matanza jamás habida en la historia. 

Marco Antonio de la Parra con esta obra entra a jugar en las grandes ligas y no puedo dejar de recomendar verla.-  

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