martes, 1 de octubre de 2013



 

Frederick era un paciente de veinticuatro años que sufría esquizofrenia. La sintomatología más destacada eran las alucinaciones auditivas. Oía voces que se burlaban de él y se sentía amenazado por las mismas. Llevaba diez días en el hospital cuando hablé con él. Fred salió de su habitación hacia las dos de la madrugada y se quejó de no poder conciliar el sueño porque las voces no se lo permitían.

Paciente: No puedo dormir. ¿Haría usted el favor de darme algo para que duerma?

Terapeuta: ¿Por qué no puede dormir? ¿Es que hay algo que le molesta?

Paciente: Sí, oigo esas voces que se burlan de mí y no puedo librarme de ellas.

Terapeuta: Bueno, ¿ha hablado de eso con su médico?

Paciente: Me ha dicho que procure no prestarles atención. Pero no puedo hacerlo.

Terapeuta: ¿Ha intentado usted no prestarles atención?

Paciente: Lo he intentado todos estos días pero sin resultado.

Terapeuta: ¿Le gustaría hacer algo distinto?

Paciente: ¿Qué quiere usted decir?

Terapeuta: Pues que se acueste y procure prestar toda la atención que pueda a esas voces. No deje que se paren. Intente escucharlas constantemente.

Paciente: ¡Vaya! ¿Me lo dice en broma?

Terapeuta: Desde luego que no, ¿por qué no lo intenta?

Paciente: Pero... doctor...

Terapeuta: ¿Por qué no lo intenta?

Por fin se decidió a intentarlo. Fui a verle a su cuarto al cabo de cuarenta y cinco minutos y estaba profundamente dormido. Por la mañana le pregunté acerca de cómo había dormido. "Pues muy bien" contestó. Le pregunté si había seguido oyendo voces y me contestó: "No lo sé porque creo que me dormí en seguida."      
 
 
Extraído de V. Frankl. PSICOTERAPIA Y HUMANISMO ¿Tiene un sentido la vida? (1978).
 
 
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