Viktor Frankl presenta casos
clínicos excepcionales en su libro PSICOTERAPIA Y HUMANISMO (1978). El siguiente
es acerca de una monja budista que estaba presentando la idea delirante de que
serpientes se deslizaban sobre su cuerpo.
Frankl fue pionero en la
utilización de lo que posteriormente se llamará “conversación terapéutica”. Este
caso ilustra cómo se elimina de forma rápida y efectiva un florido síntoma como
el de la monja. Vamos al caso:
“El síntoma principal consistía
en el terror que le causaba ver serpientes que reptaban sobre su cuerpo. Fue visitada
por médicos y luego por psicólogos y psiquiatras que no pudieron hacer nada por
ella. Por último la visitó un psiquiatra Zen, el cual permaneció en la
habitación de dicha monja tan sólo durante cinco minutos. ¿Qué le pasa? Le preguntó.
“Las serpientes suben por mi cuerpo y me asustan”. El psiquiatra Zen permaneció
unos instantes pensativo y luego dijo: “Ahora tengo que marcharme pero volveré
a verla dentro de una semana. Mientras tanto, quiero que observe a las
serpientes con mucha atención, de modo que cuando yo vuelva, sea usted capaz de
describirme exactamente todos sus movimientos”. A los siete días volvió y
encontró a la monja realizando las tareas que le habían sido asignadas antes de
su enfermedad. Después de saludarla le preguntó: “¿Ha seguido usted mis
instrucciones?”. “Desde luego –contestó ella-. He centrado toda mi atención en
las serpientes. Pero no las he vuelto a ver, pues en cuanto las empecé a
observar atentamente, desaparecieron.” (p. 161)
El principio es el mismo
utilizado con la paciente insomne de la entrada anterior. En lugar de quejarse
e intentar evitar la molestia, convivir con ella e incorporarla a la vida
cotidiana. De esta forma el síntoma pierde sostén y desaparece.
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