jueves, 18 de abril de 2013

Wotan

Reproduzco los primeros párrafos del Himno a Wotan, uno de los escritos más oscuros y enigmáticos de Carl Jung:

Nacerán en Alemania diversas sectas, muy cercanas al feliz paganismo el corazón cautivo y las menguadas rentas harán que vuelva a pagarse el verdadero diezmo.

Profecías de Nostradamus, 1555

Con la guerra mundial parece haber irrumpido en Europa una época en la que pasan cosas que antes como mucho sólo podían soñarse. Se llegó incluso a tener casi por una fábula la guerra entre naciones civilizadas, opinándose que un absurdo semejante se hacía cada vez más imposible en este mundo racional internacionalmente organizado. Lo que ha seguido a la guerra ha sido un auténtico aquelarre de increíbles revoluciones, cambios en los mapas, regresos a modelos políticos medievales y antiguos, Estados que engullen a pueblos y que superan en su pretensión de totalidad a los anteriores intentos teocráticos, persecuciones a cristianos y judíos, matanzas políticas en masa y, finalmente, un alborozado asalto pirata a un pacífico pueblo semicivilizado.
 
Si ocurren estas cosas a gran escala no es asombroso que a escala pequeña y mínima también sucedan cosas extrañas. En el terreno filosófico habrá que esperar todavía algún tiempo para que alguien reflexione a fondo sobre la época en la que realmente vivimos. Pero en el ámbito religioso se producen acontecimientos importantes. Que en Rusia se haya sustituido la abigarrada magnificencia de la Iglesia greco-ortodoxa por un movimiento ateo deplorable en cuanto a gusto e inteligencia no tiene nada de particular, por muy lamentable que sea el bajo nivel espiritual de la reacción “científica”. Al fin y al cabo, también respiramos aliviados en el Próximo Oriente cuando salimos de esos humeantes grupos de lampadarios que pretenden ser las iglesias ortodoxas y entramos en una mezquita decorosa, donde la sublime invisibilidad y omnipresencia de Dios no se sustituye por un exceso de ritos y de parafernalia sagrada. En fin, también para Rusia tuvo que despuntar el siglo XIX con su Ilustración “científica”.

Pero que en un país más bien civilizado, que cree haber superado la Edad Media hace mucho tiempo, un dios de la tormenta y la ebriedad, Wotan, hace tiempo históricamente jubilado, haya podido despertar como un volcán dormido que entrara en erupción es, más que curioso, verdaderamente picante. Cobró vida, como es sabido, en el movimiento juvenil, y nada más comenzar su resurrección se le dedicaron algunos sangrientos sacrificios de corderos. Fueron aquellos jóvenes rubios (a veces también vírgenes) que podían verse como caminantes infatigables por todas las carreteras, desde el Cabo Norte hasta Sicilia, armados de mochila y laúd, fieles servidores del dios errante. Posteriormente hasta el final de la República de Weimar, se echaron al camino los miles y miles de trabajadores en paro, peregrinando en todas partes sin rumbo. En 1933 ya no iban de un lado para otro sino que marchaban en formación de cientos de miles, desde el niño de cinco años hasta el veterano. El movimiento de Hitler puso literalmente a Alemania en pie y produjo el espectáculo de una invasión de los bárbaros in situ. Wotan, el dios errante, había despertado. En la sala de reuniones de una secta de gentes sencillas de la Alemania septentrional, vergonzantemente designado como Cristo se le ve sentado sobre un caballo blanco. No sé si estas gentes conocerían el antiquísimo parentesco de Wotan con la figura de Cristo y Dionisio. No es probable.

Wotan, el incansable errante, el agitador que suscita la pendencia tan pronto aquí como allí, o que ejerce efectos mágicos, fue primero convertido en Diablo con la llegada del cristianismo y ya sólo llameaba como un fuego fatuo en las noches de tormenta, cual cazador fantasmal con su comitiva de caza, en tradiciones locales que iban desvaneciéndose. Sin embargo, el papel del errante sin paz lo asumió la figura, surgida en la Edad Media, el Ahasvero (el Judío Errante), en una saga que no es judía sino cristiana. Es decir, el motivo del errante, que Cristo no asumió, se proyectó sobre el judío, del mismo modo que, por regla general, los contenidos que se han vuelto inconscientes vuelven a encontrarse en el otro. En cualquier caso, la coincidencia del antisemitismo con el despertar de Wotan es una finesse [sutileza] psicológica que quizá valga la pena mencionar…

Ese murmullo de la selva primigenia de lo inconsciente no lo percibieron únicamente los adolescentes alemanes que celebraban el solsticio, sino que también lo presintieron y captaron Nietzche, Schuler, Stefan George y Klages. De todas formas, la cultura existente en el Rin y al sur de la línea del Meno no puede desprenderse fácilmente de la impronta clásica, y por eso se remite gustosamente (apoyándose en modelos clasicistas) a la ebriedad y el exceso antiguos, es decir, a Dioniso, puer aeternus y Eros cosmogónico. Sin duda mucho más culto que Wotan, pero es posible que éste acierte más. Es un dios tonante y rugiente, desencadenador de las pasiones y de la combatividad, además de un poderoso mago y artista de la ilusión, implicado en todos los secretos de la naturaleza oculta.




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