sábado, 21 de julio de 2012

Drácula, el no-muerto


"Mi querido amigo: bienvenido a los Cárpatos. Lo estoy esperando
ansiosamente. Duerma bien esta noche. Mañana a las tres saldrá la diligencia
para Bucovina; ya tiene un lugar reservado. En el desfiladero de
Borgo mi carruaje lo estará esperando y lo traerá a mi casa. Espero que su
viaje desde Londres haya transcurrido sin tropiezos, y que disfrute de su
estancia en mi bello país.
Su amigo,
DRACULA

No me sorprende que el autor y creador del mítico personaje Drácula, haya estado familiarizado con los trabajos de Freud. La novela que lo llevaría a la fama, tiene varios elementos relacionados con la época en la cual fue escrita. A finales del siglo XIX, empezaron a proliferar los casos de mujeres privadas de salud y sin un diagnóstico médico claro. Padecían una florida sintomatología: pérdida de conciencia, dolores reumáticos, cuadros psicóticos y exacerbación de la líbido. Pasaban meses en cama, probablemente en lugares de veraneo o en su propia casa. Los procedimientos médicos por aquel entonces, eran bastante rústicos e ineficaces. Cosas como arrojar agua en abundancia sobre ciertas partes del cuerpo, se pensaba que tenían un efecto curativo. Además, las categorías diagnósticas también eran muy deficientes. Estas mujeres debían permanecer privadas de salud por el resto de sus vidas y en la incertidumbre más absoluta.

La célebre novela del conde Drácula, nos hace recordar a estas mujeres en el personaje de Lucy Westenra, la amiga de Mina. Hermosa y seductora, juguetona y osada, Lucy de un día para el otro, está afectada de algo parecido a la anemia y necesita con urgencia una transfusión. La fiebre la hace delirar y tener visiones en su habitación. El Dr. Seward, amigo de la familia, hace el siguiente reporte de la paciente:

 "E lla se queja de tener a veces dificultades al respirar, y de tener sueños pesados, letárgicos, con pesadillas que la asustan, pero de las cuales no se puede acordar. Dice que cuando niña solía caminar dormida, y que estando en Whitby la costumbre regresó, y que una vez salió caminando en la noche y fue hasta East Cliff, donde la encontró la señorita Murray; pero me asegura que últimamente esta costumbre ha vuelto a desaparecer”.

El médico, desconcertado, decide contactar a su profesor, el Dr. Van Helsing, conocedor y estudioso de estos extraños fenómenos. Luego de examinarla, el Dr. plantea una tesis inverosímil hasta ese momento: Lucy morirá inapelablemente, puesto que ha entregado su alma al lado oscuro. La llama “concubina del demonio” y desata la furia del novio. Posteriormente, el Dr. Van Helsing asegura que la personalidad premórbida de Lucy, facilitó el avance de la enfermedad o desequilibrio nervioso. Van Helsing dice: “ella quería enfermar”.
La joven era propensa a experimentar estados alterados de la conciencia, como el sonambulismo que la aquejaba desde pequeña. De adulta, a Lucy le gustaba jugar con lo desconocido y sus relaciones con los hombres eran siempre sensuales, llegando incluso a lo burdo. Hasta el día de hoy, se piensa que las histéricas libidinizan sus relaciones con todos los hombres que conocen. Freud veía en este aspecto de la enfermedad una "ganancia secundaria". El hecho de enfermar, hacía posible cualquier aberración o fantasía sexual que tuvieran. Además, concentraban la atención de todos y desafiaban incluso a los médicos en su conocimiento.

Los ataques de Lucy se producían en el límite entre el sueño y la vigilia. Ahí se desataban las pasiones que no podía expresar en su vida cotidiana. Las ensoñaciones, los deseos insatisfechos y las visiones, la hacían arder en deseo y experimentar incluso orgasmos. Lo inconsciente como aquello que desconocemos y que no queremos saber de nosotros, se hace patente en los ataques de esta mujer.

La figura del Conde Drácula, emerge desde las profundidades para mostrarnos el sadismo, la agresión y los deseos más perversos alojados en el fondo del alma humana. Drácula ve en Mina a quien fuera su enamorada y se obsesiona por poseerla. El principal aspecto del personaje es su sensualidad. El hecho de morder el cuello y dejar a la víctima en éxtasis, probablemente sea la imagen más sensual que ha producido la industria del cine. El derramamiento de sangre por parte de la mujer, obedece a un ciclo biológico y es símbolo de vida. La mujer derrama su sangre para perpetuar a la especie. En la novela, es para perpetuar la vida o mejor dicho, la muerte en vida. Tal como dice Van Helsing: “Lucy está muerta en vida, es una no-muerta”. En un interesante artículo, el filósofo Jorge Martínez Lucena, analiza la figura del vampiro como un no-muerto. Junto a Frankenstein, el Conde Drácula representa el desconcierto y las inseguridades del hombre moderno. Los no-muertos Frankenstein, Drácula y Hyde (de la novela Dr. Jekill y Mr. Hyde de Stevenson), son tres figuras esenciales en la literatura inglesa del siglo XIX.

Así transcurre esta hermosa novela de Bram Stoker, inspirada en el personaje histórico Vlad Tepes, príncipe de Valaquia (Rumania) y conocido como "El Empalador". El libro es la transcripción de la correspondencia entre los personajes, de sus diarios de vida, de informes médicos y de artículos de periódicos. Esto le da un dinamismo y veracidad a los hechos que se narran. Recomiendo la lectura del libro y la versión cinematográfica de 1992, protagonizada por Keanu Reeves, Winona Ryders y Anthony Hopkins.    

Descarga el libro aquí

Descarga el artículo del Dr. Jorge Martínez Lucena aquí

    


               

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