Es famoso el retrato que hiciera Salvador Dalí de Freud, después de visitarlo en su hogar en 1938. Por ese entonces, Freud estaba exiliado en Londres y ya había alcanzado el reconocimiento a nivel mundial. Ese año fue bastante agitado, no solamente grabó un documental para la BBC. Freud era constantemente asediado por los medios de comunicación y por el ambiente intelectual de aquel entonces.
El Movimiento Surrealista estaba en su apogeo y veía en Freud a su principal mentor. Antes, André Breton ya lo había visitado (1921) para compartir su afición acerca del mundo onírico. Freud veía con desconfianza a aquel movimiento y se lo hizo saber a Breton. Hay que decirlo, Freud no tenía nada de surrealista. Había sido formado por personalidades como Bleuler, Charcot y Breuer, bajo la tradición modernista y experimental de la Medicina. Él no quería salir de ese marco y que se lo relacionara con otras cosas. En parte, los desacuerdos con Jung se debieron a esto. El psicoanálisis como modelo explicativo de la psique, emergió bajo el alero de la psiquiatría clásica y en respuesta a ella.
En el período entreguerras, el mundo artístico se solazaba de tener acceso a una dimensión desconocida en el Hombre hasta ese momento. Los sueños proporcionaban una inmensa riqueza al intelecto creador y sin el uso de la razón. El surrealismo vio en este fenómeno una oportunidad única para expandir los límites de la creación. Breton, Dalí y Magritte como sus principales exponentes, seguían muy de cerca al psicoanálisis y por cierto, a su creador. Por su parte, Freud como ya se dijo, descreía del Surrealismo. En una carta dirigida a su amigo escritor, Stefan Zweig le dice:
“…los surrealistas, que parecen haberme elegido como santo patrón, son unos locos absolutos”
Sin embargo, el 19 de julio de 1938, se produce un hecho sin precedentes, porque modificará en parte la postura de Freud frente al surrealismo. Salvador Dalí, Stefan Zweig y el poeta Edward James, visitan a Freud en su casa. Dalí describe como un cuadro surrealista el patio de la casa:
“Mientras cruzaba el patio de la casa del anciano profesor, vi una bicicleta apoyada en la pared y sobre el sillín, atada con un cordel, había una roja bolsa de goma, de las que se llenan de agua caliente, que parecía llena, y sobre la bolsa ¡se paseaba un caracol! La presencia de este surtido parecía extraña e inexplicable en aquel patio del domicilio de Freud”.
De esta reunión, lo único que se recuerda, es cuando Dalí le comenta a Freud acerca de un escrito sobre la paranoia que había escrito. Freud sólo lo miró sin decir nada y luego se volvió hacia Zweig para decir:
“Nunca vi ejemplo más completo de español ¡Qué fanático!” Frente a esto, Dalí esbozó una sonrisa nerviosa y condescendiente.
Dos años antes de aquella reunión, el pintor surrealista había tenido una experiencia ancla para la elaboración de un retrato de Freud. Todo había empezado frente a un plato de caracoles. Así relata los hechos en su libro Diario de un Genio:
“Varios años después de mi último intento ineficaz de verme con Freud, hice una excursión gastronómica por la región de Sens, en Francia. Empezamos la comida con caracoles, uno de mis platos favoritos. La conversación recayó en Edgar Allan Poe, magnífico tema para acompañar el paladeo de los caracoles, y trató especialmente de un libro, recién publicado, de la princesa de Grecia, Marie Bonaparte, que es un estudio psicoanalítico de Poe. De pronto vi una fotografía del profesor Freud en la primera página de un periódico que alguien estaba leyendo junto a mí. Inmediatamente me hice traer el ejemplar y leí que el desterrado Freud acababa de llegar a París. No nos habíamos repuesto del efecto de esta noticia cuando lancé un grito. ¡En aquel mismo instante había descubierto el secreto morfológico de Freud! ¡El cráneo de Freud es un caracol! Su cerebro tiene la forma de una espiral -¡que hay que sacar con una aguja!- Este descubrimiento influyó mucho en el dibujo de su retrato que hice más adelante del natural, un año antes de su muerte…”
Es interesante cómo Dalí llega a la ejecución del retrato. Se da una secuencia de asociaciones en el tiempo: foto de Freud en el diario – caracoles del plato – caracol en el patio de la casa – cráneo de Freud en forma de caracol. Esta es una aplicación rigurosa del “método de la asociación libre” para la creación, en este caso, pictórica. Cómo Dalí plasma de forma gráfica sus experiencias mediante asociación. Ahí está el talento creador del artista, no me cabe duda. Freud podía no compartir las ideas del surrealismo, pero Dalí supo extrapolar lo esencial del método psicoanalítico en beneficio de la creación artística. Como resultado final de esta operación del intelecto creador, tenemos el siguiente retrato:
maravillosa asociación que realizó el artista Salvador Dalí con la mentalidad de Freud, de relacionar la gran mayoría, de desordenes mentales con la sexualidad
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario.
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