miércoles, 20 de marzo de 2024

Carta apócrifa de Pinochet a un psiquiatra chileno



Quiero dejarle claro que el bombardeo de La Moneda era lo que había que hacer, para que la gente creyera que la cosa iba en serio (...) ¡Nadie lo olvidará y me alegro de que así sea! ¡En el combate no se piensa dos veces! ¡Si lo hace, está perdido! (p. 122-123).


Hace tiempo que quería leer este pequeño y desconocido libro. Su título es Carta apócrifa de Pinochet a un psiquiatra chileno y su autor Sergio Marras. Libro publicado el año 98, durante lo que se llamó la transición a la democracia. Gobernaba Eduardo Frei y mirado en retrospectiva, corresponde al mejor periodo de la historia de Chile. Chile estaba bien por lo económico principalmente y tenía algunas deudas o temas no resueltos con el pasado Gobierno de Pinochet. El General era Senador Vitalicio por aquellos años. Son cosas que hoy suenan como añejas pero que en vísperas del nuevo siglo, eran los temas de contingencia. Hoy algunos ven con nostalgia aquel período histórico.             

La Carta es apócrifa, es decir, se trata de una ficción de inicio a fin. Pinochet jamás se sentó en su escritorio a escribir por siete días a un psiquiatra chileno. Sergio Marras escribe esta carta como respuesta a Marco Antonio de la Parra. Por tanto, el psiquiatra a quien se refiere es él, ¿y por qué?. Bueno, de la Parra publicó anteriormente un pequeño libro llamado Carta abierta a Pinochet publicado ese mismo año 98 y esta es la respuesta a esa carta. 

La Carta abierta es un recurso literario que busca plasmar una serie de ideas de forma directa y sin mayores concesiones. Bajo otros formatos, la escritura se destila de una forma más coloquial y menos incisiva. La carta abierta se parece al manifiesto, otra forma literaria aun más vehemente. El destinatario de esta carta, generalmente es un personaje muy conocido y acerca del cual se tienen referencias. Por lo mismo, se busca un lenguaje propositivo y centrado netamente en el personaje. En este caso, Pinochet se da en la tarea de responderle a De la Parra sin asesores, él por sí mismo. 

Con el mismo estilo ladino y esquivo que lo caracterizaba, Pinochet responde a las inquietudes de De la Parra. De entrada no responde por las violaciones a los Derechos Humanos de su gobierno, sino que esgrime argumentos relacionados con su calidad de soldado ante todo. Dice no ser un humanista, sino un militar, y por lo tanto, hablar de guerra, caídos y desaparecidos, no es algo raro en la jerga marcial. Insiste en que ganó esa guerra contra el terrorismo porque siempre fue de una sola línea. Este es el argumento central de su defensa que puede ser leída como una apología: lo auténtico de su personalidad, puesto que nunca quiso ser otra cosa, sino un soldado que cumplió con su deber. 

Como lector uno sonríe en algunos pasajes del texto porque se escucha a ratos la voz aguda de Pinochet. Se desmarca del apelativo de padre que fácilmente y sin mayores esfuerzos, los psicoanalistas le endosan. Argumenta que Chile es un país de guachos y que él no es la excepción. Pasa revista al Golpe, el atentado fallido en su contra, su declaración de que iba a votar por Gladys Marín y su actual trabajo de Senador de la República. El libro es entretenido y distrae la mente. Probablemente Pinochet no tenía una escritura tan culta como esta carta, pero algo deja entrever del personaje en cuestión.

Por último, se menciona al artista Adolfo Couve como polo opuesto a Pinochet, Couve sensible, refinado y muerto por suicidio versus un Pinochet soldado, recio, tosco y sin gusto estético. Si les interesa conocer una opinión apócrifa del general Pinochet acerca de Couve, lean este libro, en serio.-      

          


 

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