Miguel Serrano escribe estas hermosas palabras previas del autor a su libro más importante: Las visitas de la Reina de Saba. Su escritura me recuerda las incursiones de Jorge Luis Borges en la cultura de oriente. Este es el escrito:
Más de cuarenta años han pasado desde la primera edición de este libro. Todos los personajes que algo tuvieron que ver con su historia, ya no están. "They passey away...". Salvo la Reina de Saba, que es inmortal...
Es esta la única edición hecha en Chile. La primera fue en India, en 1960, en dos versiones separadas, en castellano y en inglés. Una curiosidad bibliográfica, no sólo por su bella presentación, con tapas hiladas en seda cruda, de los Talleres de Gandhi, también por llevar el sello de Editorial Nascimento, de Santiago de Chile, a pesar de su impresión en Nueva Delhi.
A través de los años, muchas otras ediciones han aparecido, en Inglaterra, en Alemania, en Francia (en estos últimos días) en los EEUU y en Argentina, en la Editorial Kier. Pero nunca hasta ahora, en Chile.
Lágrimas saldrán de mis ojos al recordar estas páginas, que no abría hace tanto tiempo. Rostros y recuerdos de una época solar, de un apasionado A-Mor por esa Reina, cuya última visita aun espero, en este mundo o en algún otro... Y esa India lejana, donde la vi por vez primera, hace más de cuarenta años, y donde encontré la imagen de su cabeza, de su rostro, esculpido en la viejísima ciudad de Ur. Y era tan parecida a la trashumante, a la "viajera", que sólo pude creer que la Reina de Saba se había reencarnado en esta tierra.
Caminaba por las calles, en la también antigua noche de la India, en busca de esa Reina y, sin hallarla, debía retornar a mi casa, de Prithviraj Road, con una completa historia, o leyenda, en mi corazón que traspasaba al papel, febril, para poder liberarme de la angustia... Porque la Reina de Saba ya me había visitado, y se había ido, "¡Oh, alma mía, qué tristeza!".
La magnífica traducción al inglés de esta obra fue hecha por Frank McShane, de los EEUU. Se la envié al profesor Carl Gustav Jung, con quien ya mantenía correspondencia. Me invitó a conversar en Suiza. Y ahí supe que también a él le había visitado esta Reina fascinante y cruel.
Fue entonces cuando Jung me aconsejó: "Si alguna vez usted tiene la suerte y el dolor, la gloria y el drama, de encontrarse con la Reina de Saba en este mundo, no cometa el error (el crimen digamos) de casarse con ella, porque se destruirían ambos. La Reina de Saba es para el Amor, no para el matrimonio."
Y agregó: "El Amor es un licor que hay que beber en un vaso de cognac, pequeño, y de un solo sorbo. Si usted pretende hacerlo en un vaso de cerveza, se envenena y muere...".
Carl Gustav Jung me dio un prólogo para mi libro, absolutamente fundamental y también como revelación de sí mismo, de su más íntimo ser. Y es una interpretación genial de mi obra, en breves líneas. Fue esta la primera vez, y la última (poco después, él también "passed away...") en que el profesor Jung hizo un prólogo para un texto puramente literario.
En esta compañía y con este privilegio, yo no espero nada más, pues tengo la seguridad de haber tocado una campana cristalina en el centro de un Universo cerrado, donde habitan los Dioses, los Reyes y las Reinas, los Héroes y los Poetas, los que volverán siempre en el Eterno Retorno de lo Mismo.
Es gracias a la iniciativa inspirada e inesperada de Be-uve-dráis editores que esta primera edición de Las visitas de la Reina de Saba verá la luz en este invierno de Chile, nuestra patria.
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