viernes, 1 de mayo de 2020

La trastienda de Disney (*)

A Stephen King 

A las afueras de Fort Lauderdale, ciudad ubicada en el condado de Broward, Estado de Florida, encontramos una construcción muy particular. Era un galpón de madera en estado de abandono. No nos pudimos acercar todo lo que hubiéramos querido en nuestro auto porque el terreno era pantanoso. Decidimos caminar los cincuenta metros que nos separaban de esa extraña construcción. A medida que nos acercábamos se aclaraban los detalles de aquel lugar que por razones misteriosas nos atraía.  

Llegamos al umbral y se veían esparcidas algunas pancartas antiguas de personajes de Disney menos conocidos. En realidad, eran los mismos personajes que todos conocemos pero en versiones anteriores o parciales. Había un ratón Mickey que me miraba inquisidor y por un segundo me aterró. Era interesante ver los pilotos o borradores de los clásicos personajes infantiles. La verdad, su imagen no era del todo amistosa.  

De forma extraña no había señales de humedad en el recinto por lo cual las cosas estaban bien conservadas. Aunque ruinoso, el galpón guardaba un aire de grandeza perdido en el tiempo. Avanzamos por el lugar y llegamos hasta una repisa con rollos de película de 35 y 16 milímetros. Había además un despacho con croquis de historietas que no supe reconocer.  

Hacia el interior encontramos un estudio de televisión o mejor dicho lo que fue un estudio de televisión. Había un viejo y monumental proyector cinematográfico enclavado como una esfinge tebana en el centro del recinto. Más allá una cámara Bolex de 16 milímetros, focos de tramoya y material de utilería. Salimos del galpón hacia nuestro auto. 

(*) Tomado de mi libro Malezas

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