viernes, 26 de septiembre de 2014

Notas históricas de la psicología en Chile (2010)



Portada del libro NOTAS HISTÓRICAS DE LA PSICOLOGÍA EN CHILE (2010) editado por Mario A. Laborda y Vanetza E. Quezada.


El libro NOTAS HISTÓRICAS DE LA PSICOLOGÍA EN CHILE (2010) incluye un capítulo escrito por Eduardo Gomberoff que lleva por título: Psicoanálisis en Chile: once claves de interpretación. Esta entrada es un comentario de ese capítulo:

El autor parte citando de manera sucinta los trabajos del Dr. Carmona con Carmen Marín (la endemoniada de Santiago) y del Dr. Greve con su ponencia Sobre psicología y psicoterapia de ciertos estados angustiosos en el Congreso de Buenos Aires.** Gomberoff plantea que el origen del movimiento no consiste en nombres o existencias particulares, sino en dimensiones intersubjetivas entre sujetos y sus circunstancias. Para él, Carmona y Greve no constituyen una visión premonitoria del psicoanálisis porque la historia no comienza con una escena primordial como acontecimiento. La historia es una narrativa que tiene una relación discontinua con los nombres propios. Lo que sí se puede asegurar es que ellos acusan su vecindad con el siglo del psicoanálisis. El psicoanálisis estaba en el aire por aquellos años y podemos encontrar a autores que tuvieron la sensibilidad para asimilar estas nuevas ideas. El mismo Freud tuvo a sus mentores o precursores pero esto no implica que se adelantaran a él. No se trata de quién llega primero, acá el aporte de Freud fue mucho más que una buena idea. El psicoanálisis se estructura como un campo de conocimiento que refunda la hermenéutica y la interpretación de la historia.

Si estamos en busca de nombres: Fernando Allende Navarro e Ignacio Matte Blanco son dos referentes, uno formado en Suiza y el otro en Londres con personalidades de la talla de Anna Freud (hija de Freud) y de James Strachey*. Es una etapa donde prima el nomadismo como forma de despliegue del psicoanálisis: grupos, seminarios y autoexilios (como el de Matte a Italia). Ignacio Matte Blanco tiene el mérito de haber llevado el psicoanálisis a los hospitales con la consecuente vuelta de los analistas a sus consultas particulares. Esto probablemente por las dificultades de trasladar el encuadre freudiano en ese tipo de recintos.
 
En la década del cincuenta se ubica la belle époque del psicoanálisis en Chile. Se trata de un período que no ha sido superado hasta hoy en términos de creatividad y vigor científico por la disciplina. Una explicación posible de esto es que por aquellos años el psicoanálisis entabla una estrecha alianza con la psiquiatría.
 
A partir del año sesenta, los analistas emigran ahora desde las universidades nuevamente a sus consultas particulares (su lugar de preferencia al parecer). Estamos ante una historia de autoexilios por razones internas, externas (¿?). Luego de toda época de esplendor viene el oscurantismo, una disminución del número de analistas y de su presencia en el ambiente. El psicoanálisis se distancia del resto de la psicología (de la cual nunca formó parte). Gomberoff sostiene que a diferencia de otras terapéuticas, no se trata de un saber calificado que se transmite y menos aún de un álbum familiar para mostrar. El museo de sus piezas arqueológicas (que es una tentativa válida por supuesto) no tiene relación directa con sus conceptos claves: deseo del analista, intersubjetividad, transferencia, pulsión y verdad histórica. El autor cita a Lacan: "El psicoanálisis no es una terapéutica como las demás".

El psicoanálisis chileno no es vanguardista, al menos en esta época. Es ortodoxo, freudiano y kleiniano, sin mezclas de ningún tipo. Estos dos autores se leen y se estudian de manera diferenciada con la finalidad de evitar cualquier tipo de contaminación.
 
El Golpe de Estado del 73 es otro período sin parangón en la historia del movimiento.* Ocurre otro repliegue donde la disciplina rememora sus luchas contra el nazismo y su distancia con lo marcial (militar).          
 
El episodio más interesante de todo el capítulo, es cuando se refiere a la figura de Otto Kernberg. Nacido en Viena al igual que Freud y de nacionalidad chilena, es posible que sea el analista chileno más reconocido a nivel mundial. Su definición de borderline como estructura de la personalidad y especialista en el tratamiento de trastornos graves de la personalidad, lo han hecho ser un autor de referencia para cualquier psicólogo. En la raíz de lo borderline está lo que él denomina Difusión de Identidad y que consiste en un sentimiento profundo de vacío crónico. Lo interesante es que Gomberoff se propone acotar el trabajo de Kernberg y lo hace de una forma iluminadora para el lector. Pide permiso para hacer un paréntesis en la lectura y enmarca los trabajos del analista nacido en Viena. Kernberg nace al alero de los estudios del carácter de Wilhelm Reich (autor que tiene el honor de aparecer en dos capítulos del libro: el de los orígenes del movimiento humanista en Chile y el que estoy comentando). Su segunda fuente es la semiología psiquiátrica para una aproximación descriptiva de la enfermedad mental. Una vez que se explican de manera breve las fuentes inspiradoras de Kernberg, Gomberoff da un paso más. Dice que su obra no suma ni resta a las relaciones entre el psicoanálisis y la psiquiatría. Este supuesto nexo que habría posibilitado la obra de Kernberg no sería tal porque ambos saberes se "holofrasean" en su producción teórica, en lugar de fundar una unión como sinónimo de progreso. Esto no quita relevancia a sus aportes y tampoco disminuye sus méritos.

El capítulo es denso y difícil pero necesario porque conduce a pensar la historia del psicoanálisis de forma crítica. Una historia del psicoanálisis a-psicoanalítica del tipo efeméride, descuida lo más importante: el aspecto transformador que provee el psicoanálisis a la tarea del historiador. Gomberoff hace una historia como una trama entretejida con los conceptos de la disciplina. Una historia con prescindencia de la teoría psicoanalítica es un esfuerzo espurio en palabras del autor.
 
 
** He dedicado entradas de este blog al Dr. Carmona y el tratamiento a Carmen Marín y al Dr. Greve y su célebre ponencia en Buenos Aires.
 
* También hay una entrada reciente dedicada a James Strachey.

* El Golpe de Estado de 1973 y su relevancia para la historia del psicoanálisis en Chile es tratado en otra entrada.
 
 

    
 
         
 
 
 
        

No hay comentarios:

Publicar un comentario