De la introducción a la
edición española de la Obra Completa de Carl Gustav Jung, reproduzco el
siguiente apartado que describe el ambiente de la ciencia por aquellos años. La
psiquiatría de 1900 era muy distinta a la actual, casi sin medicamentos y aun
luchando por legitimarse como ciencia. Han transcurrido más de cien años y la
psiquiatría ha sabido consolidarse como especialidad médica. Este es el
apartado:
“La psiquiatría que
Jung encuentra en el inicio de su vida profesional es el resultado de la crisis
del alienismo: instituciones superpobladas en las cuales se intenta
fundamentalmente diferenciar las formas nosológicas y mostrar –sin conseguirlo-
su base neurológica. La marea cultural iniciada en 1885, que da lugar al neo-
romanticismo, primera señal de la crisis del positivismo, obliga a dirigir la
mirada en otra dirección. En ese momento cobra un interés fundamental, dentro
de la psiquiatría dinámica emergente, la noción de histeria y su tratamiento
mediante la hipnosis.
La hipnosis y la
sugestión, en manos del mundo del espectáculo tras la expansión y
desnaturalización del mesmerismo en el ecuador del siglo XIX, volverán a ser
utilizadas por los médicos, como demuestra la discusión entre J. M. Charcot
(1825-1893), el gran neurólogo de la Salpêtrière, inmerso en el estudio de la
histeria desde 1878 y H. Bernheim. De esta discusión paradigmática pero no
única, emergerá una visión diferente de síntomas y síndromes como el
sonambulismo, el automatismo ambulatorio, el desdoblamiento de la personalidad
o la personalidad múltiple. Todo ello dará lugar a la nueva conceptualización
de lo inconsciente culminada en S. Freud.
Por su parte, la
psiquiatría académica cuya figura señera es entonces E. Kraepelin, intenta
sintetizar los varios conocimientos provenientes de la clínica –la historia
vital del paciente-, la psicología experimental –institucionalizada a partir de
1878 con la creación en Leipzig de su primer laboratorio bajo la dirección de
W. Wundt (1832-1920)- y la neuroanatomía patológica –apoyada en la obra de R.
L. Virchow (1821-1902) y S. Ramón y Cajal (1852-1934)-, que a finales del siglo
XIX tiene en Th. Meynert su figura señera.
Kraepelin establece una
clasificación formal de la alteración mental, privilegiando el diagnóstico y el
pronóstico desde el nihilismo terapéutico, dominante en la psiquiatría
académica hasta los años veinte. Nihilismo comprensible, pues no otra cosa
permitía la terapéutica física del momento, reducida al uso terapéutico del
agua, el aire y el sol, la faradización (electroterapia), el reposo, la
dietética y la utilización de unos pocos fármacos como el opio y el hachís o
una serie de eméticos, irritantes, evacuantes y tónicos.”
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