Les presento la reedición de la entrada más popular del blog. Supongo que es consultada a menudo por estudiantes de psicología, por tratarse de un tema común en el pregrado. Gracias por visitar esta entrada escrita hace dos años atrás.
Los orígenes de la Psicoterapia se remontan al siglo XIX. El período que se conoce como Modernidad, se caracterizó por un predominio de doctrinas filosóficas como: Materialismo, Mecanicismo y Funcionalismo. Todas ellas planteaban un concepto del Hombre como resultado de mecanismos estrictamente fisiológicos y mecánicos. Esta linea de pensamiento es opuesta a lo que se conoce como Vitalismo, es decir, el predominio de los aspectos humanistas y espirituales para explicar lo humano.
La Modernidad no quiere saber nada de teorías sin base empírica y ojalá que sean posibles de demostrar de manera experimental. Este paradigma colapsó con el correr del tiempo, ya que las evidencias de fenómenos sin explicación clara, crearon las condiciones para la emergencia de una nueva visión. Al decir fenómenos sin explicación, no me refiero a cosas de Parapsicología o Esoterismo, para nada. Estoy hablando de problemas que se generaron al interior de la Modernidad como resultado de la práctica habitual y que no tuvieron una respuesta satisfactoria. La búsqueda de una respuesta a ese "enigma" debió desmarcarse de los límites impuestos por aquel paradigma. Esto condujo a nuevas prácticas y a un concepto del ser humano no conocido hasta ese momento.
Estamos hablando del Hombre como un ser integral, dotado de cuerpo y alma. Esta nueva visión es integrativa y menos excluyente que la anterior. El primer paso ya lo había dado Descartes doscientos años antes, pero desde un punto de vista metafísico, al proponer su tesis del hombre como un ser compuesto por una res cogitans (alma) y una res extensa (cuerpo). De esta manera, la Filosofía ya se había pronunciado acerca de una revolución del conocimiento que se llevaría a cabo en los albores del siglo XIX. Estamos hablando de un giro notable en todas las ciencias del hombre y en especial en la Psicología.
La Modernidad no quiere saber nada de teorías sin base empírica y ojalá que sean posibles de demostrar de manera experimental. Este paradigma colapsó con el correr del tiempo, ya que las evidencias de fenómenos sin explicación clara, crearon las condiciones para la emergencia de una nueva visión. Al decir fenómenos sin explicación, no me refiero a cosas de Parapsicología o Esoterismo, para nada. Estoy hablando de problemas que se generaron al interior de la Modernidad como resultado de la práctica habitual y que no tuvieron una respuesta satisfactoria. La búsqueda de una respuesta a ese "enigma" debió desmarcarse de los límites impuestos por aquel paradigma. Esto condujo a nuevas prácticas y a un concepto del ser humano no conocido hasta ese momento.
Estamos hablando del Hombre como un ser integral, dotado de cuerpo y alma. Esta nueva visión es integrativa y menos excluyente que la anterior. El primer paso ya lo había dado Descartes doscientos años antes, pero desde un punto de vista metafísico, al proponer su tesis del hombre como un ser compuesto por una res cogitans (alma) y una res extensa (cuerpo). De esta manera, la Filosofía ya se había pronunciado acerca de una revolución del conocimiento que se llevaría a cabo en los albores del siglo XIX. Estamos hablando de un giro notable en todas las ciencias del hombre y en especial en la Psicología.
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